La Perla es un hotel, en el mismo centro de Pamplona. La Perla es también historia, la historia de una empresa, e historia viva de la ciudad.
Sobre este hotel se ha escrito mucho, se ha hecho un esfuerzo importante por rescatar su memoria, por darla a conocer, por ponerla en valor. Ciertamente se ha conseguido que sea un establecimiento con una fama, un prestigio y un peso histórico realmente considerable.
La reapertura del hotel en junio de 2007 tras dos años de reforma total se tradujo en la puesta en marcha de un establecimiento hotelero que hizo una apuesta fuerte por su propia historia y por su propio patrimonio. El lujo, el confort, la calidad, el buen servicio..., eran conceptos que se daban por hecho. La historia, igual que pasa con su ubicación, era realmente su hecho diferencial; ningún otro hotel de la ciudad ni de un amplio entorno atesora un patrimonio material e inmaterial como el que tiene La Perla, y esto es realmente lo que le diferencia de todos los demás hoteles. El lujo, el confort, la calidad, son cosas que se pueden conseguir a base de dinero; la historia, sin embargo, no se puede comprar.
Es así como hemos querido ahora hacer accesible nuestra historia a quien desee conocerla, y lo hacemos a través de este blog, que contiene toda la historia de este establecimiento, al menos toda la que se ha podido llegar a rescatar. Y este trabajo, que siempre estará sin acabar pues aquí se hace historia cada día, es la mejor aportación que se puede hacer al hotel y a aquellas gentes que le dieron vida y que a día de hoy se la siguen dando.
Se ha contado para ello con el testimonio de las personas que vivieron y conocieron las últimas décadas de la etapa anterior a la reforma; e inevitablemente se ha recurrido a los documentos y a las hemerotecas, de forma muy especial cuando se ha tratado de documentar las primeras décadas de andadura de este establecimiento.
Es un buen momento para mirar hacia atrás, hacia esos casi 130 años de andadura que en este momento tiene este establecimiento en sus espaldas, y empezar a disfrutarar de esa rica historia que, como ya se ha dicho, lo hace único; estamos ante una historia recopilada de una manera seria, profesional, en base a unos criterios y a una metodología.
Aquí está el fruto de ese trabajo. Aquí está una historia que, siendo como es la historia del Gran Hotel La Perla, va mucho más allá de lo que pudiera ser la historia de un establecimiento; no en vano este hotel ha desempeñado un papel muy importante en los avatares de la historia local y de la historia provincial, asomándose con cierta frecuencia a la historia nacional. Tenemos un patrimonio histórico especialmente relevante y, porque nos parece importante, queremos salvaguardarlo, mostrarlo, y compartirlo. Somos plenamente conscientes de que La Perla tenía una historia que en algunos de sus aspectos era internacionalmente conocida, en otros aspectos sin embargo lo era menos, incluso podemos afirmar con seguridad que con la creación de este fondo de información llegan a desvelarse pequeñas parcelas de la historia del hotel y de la ciudad ocultas hasta ahora.
El establecimiento ha vivido, y vive, la historia que le ha correspondido a su época; ha lidiado en tiempos de monarquía, de república, y de dictadura; y no siempre ha sido tarea fácil, pero la profesionalidad de quienes lo han gobernado y dirigido ha podido frente a otros avatares. La Perla se ha codeado con la flor y nata de la sociedad; se ha codeado con monarcas, con los Grandes de España, o con lo más selecto de la nobleza; de la misma manera que ha dado de comer durante décadas a los pobres de la ciudad que en interminable fila aguardaban su ración, atendió durante la última guerra a los heridos de ambos bandos y a los perseguidos políticos, incluso anteriormente acogió y cuidó a los enfermos de cólera en la última epidemia de 1885. La Perla no ha predicado humanismo, sino que lo ha puesto en práctica, lo ha ejercido. Es por ello que en ocasiones, a lo largo de la historia, hemos visto a su dueño encarcelado, o hemos visto a su dueño morir víctima del cólera por haber sido el único en acoger y atender a los coléricos. Y la suma de todos estos factores, de todos estos detalles, es lo que permite que hoy entendamos que La Perla, haya sido siempre un establecimiento querido por los pamploneses, pamploneses que allí celebraron su boda, sus acontecimientos familiares, y otros muchos eventos. Bastó con ver la reapertura del hotel en el mes de junio de 2007 para comprobar que la ciudad de Pamplona siente a La Perla como algo suyo, como una parte importante del patrimonio de la ciudad. Y así es realmente.
Son tres siglos los que ha conocido hasta ahora, lo que le convierte en uno de los pocos hoteles que en España han tenido ese privilegio. Nació cuando los coches eran tirados a caballos, cuando las velas eran las que iluminaban los aposentos, cuando la ropa se lavaba en el río, cuando los desayunos se servían después de haber ordeñado a las vacas en la planta baja de la fonda, o cuando las aguadoras tenían que traer diariamente el agua sobre sus cabezas desde la fuente que había en el centro de la plaza.
Es, como decimos, el momento de mirar hacia atrás; es el momento de recoger la historia, de sentirla, porque –insistimos- es nuestra historia. Habrá capítulos que nos agradarán más que otros, pues nunca hubiéramos querido dedicar un capítulo a una guerra civil, pero asumimos la historia del hotel en su totalidad; lo contrario sería una irresponsabilidad. Además… tenemos una historia bonita y atractiva, en la que se entremezclan toreros, músicos, políticos, deportistas, reyes, actores, escritores, escultores y todo tipo de personajes. Todos han puesto su grano de arena, todos han aportado lo suyo para que hoy podamos escribir el nombre del hotel con letras de oro.
Afortunadamente podemos decir que La Perla ha sido una de esas empresas que, en buena medida, se ha preocupado de guardar documentación; esto es algo que le ha permitido contar, como cuenta hoy, con un buen archivo empresarial debidamente ordenado, catalogado e informatizado. Cierto es que hay importantes lagunas, pero cierto es también que por otro lado hay información abundante, lo mismo en cantidad que en calidad. Este archivo ha sido una de las bases principales de las que nos hemos servido para la elaboración de este trabajo.
Otra fuente documental muy importante ha sido, y es, el Archivo Municipal de Pamplona; allí se han metido cientos de horas de trabajo centradas en la localización de documentos, de licencias, de permisos de obras, de proyectos, de gastos…, que afectasen directamente al Hotel La Perla y al Grand Hotel (1914-1934).
A todo ello hay que añadir la utilización de abundante bibliografía en la que la historia de La Perla, directa o indirectamente, quedaba reflejada. Muy importante ha sido también el recurso de las hemerotecas, pues el estilo periodístico de aquellos últimos años del siglo XIX hacía que quedasen reflejados en los periódicos locales y provinciales detalles curiosos de la vida cotidiana del hotel y de los clientes que a él acudían; sin olvidarnos para nada de todos los medios de comunicación escritos del siglo XX y del XXI, pues seguro que sorprenderá a más de uno saber que la historia del pamplonés Hotel La Perla ha quedado impresa e inmortalizada en periódicos y revistas de países como Japón, Uruguay, Estados Unidos, Alemania, Francia, Turquía, Argentina, y de una interminable e insospechable lista de naciones.
Y fundamentales han sido también los recuerdos y testimonios que durante las últimas cuatro décadas hemos podido recoger directamente de la familia propietaria, de empleados, y de numerosos clientes. Es digna de mención y de agradecimiento la colaboración de personas anónimas, pamploneses y pamplonesas, a las que les ha bastado saber que se buscaban datos y documentación de La Perla para aportar ellos sus recuerdos familiares con el fin de enriquecer la historia de este establecimiento.
El Hotel La Perla, en consecuencia, es la suma de muchas historias; es el cúmulo de vivencias que entre sus paredes se han vivido con todos y cada uno de sus clientes, muchos de ellos de reconocida fama y prestigio; es la proyección internacional que en las últimas décadas está teniendo en medios de comunicación de los cinco continentes por su vinculación con Ernest Hemingway y con el mundo de los toros; es ese nexo de unión entre aquella Pamplona del siglo XIX sin luz eléctrica ni agua corriente, con esta otra Pamplona del siglo XXI metida de lleno en la era de internet y de las telecomunicaciones por cable. Y es también, sobre todo, la historia cotidiana, la que no tiene proyección pública, la que han hecho día a día sus propietarios, sus trabajadores, y sus clientes.
Ofrece ahora mismo el Gran Hotel La Perla –esta es su denominación oficial- todo tipo de comodidades, todo tipo de adelantos tecnológicos; ofrece calidad de servicios, como no podía ser de otra manera. Se sabe que tarde o temprano habrá en Pamplona algún otro hotel de la misma categoría, de características similares. Pero a la vez somos conscientes, y lo decimos con sano orgullo, de que hay algo que no se puede comprar con dinero, y ese algo es la historia. Ese, insisto, es nuestro hecho diferencial. La Perla tiene a sus espaldas algo más de un siglo y cuarto de andadura, y además, durante todo ese tiempo no ha sido un establecimiento que haya pasado desapercibido precisamente, sino que ha ocupado un lugar importante dentro de la historia, ha hecho historia a la vez que ha sido parte clave de ella.
Y ahora, cuando ha llegado la hora de renovarse y de adecuarse a los nuevos tiempos, el hotel ha entendido –con muy buen criterio- que estaba obligado a ser fiel guardián de su patrimonio material e inmaterial. Consecuencia de este objetivo, por tanto, es que una parte mayoritaria de las habitaciones estén ahora dedicadas a alguno de los personajes significativos que han pasado por el hotel desde su fundación; consecuencia de ello es la presencia de grandes paneles en los rellanos de los pisos en donde queda recogida de forma gráfica una parte de la historia del establecimiento; consecuencia de ello es también la presencia de decenas de elementos y objetos que han estado siempre presentes en el hotel y que ahora han quedado integrados en la nueva decoración. Y dentro de esa misma línea de sensibilidad hacia el patrimonio hay que encuadrar la recuperación para la ciudad del mítico restaurante “Las Pocholas”, hoy de la mano de Alex Múgica, con escrupulosa fidelidad a lo que un día fue cuando las hermanas Guerendiain lo regentaban.
Asistimos en esta nueva etapa, por tanto, a un reencuentro con la memoria del hotel y de la ciudad.
Queda aquí, en este blog, y como complemento ideal a todo este esfuerzo por salvaguardar la historia de La Perla, toda una mirada retrospectiva hacia lo que hemos sido, hacia lo que nos ha dado nombre, hacia nuestra propia identidad como establecimiento. Y… quede también aquí nuestra mirada hacia delante, con los pies en este reto que es el presente, pero dispuestos a seguir haciendo historia, dispuestos a seguir sirviendo a la sociedad con esmero y con cariño, como siempre hemos intentado hacerlo.
Fernando Hualde Gállego
(Recepcionista - historiador del Gran Hotel La Perla)